jueves, 25 de junio de 2015

A nadie le gusta recibir órdenes!


Un hombre que durante tres años trabajó en el mismo despacho que el Sr. Owen D. Young (Hombre de negocios estadounidense importante en la década de los 20´s) declaró que en todo ese lapso no oyó jamás al Sr. Young dar una orden directa a nadie. Siempre hacía indicaciones, no órdenes.

Nunca decía, por ejemplo: “Haga esto o aquello”, o “No haga esto” o “¿Le parece que aquello dará resultado?” Con frecuencia, después de dictar una carta, preguntaba: “¿Qué le parece esto?” Al revisar una carta de uno de sus ayudantes, solía insinuar: “Quizá si la corrigiéramos en este sentido sería mejor”. Siempre daba a los demás una oportunidad de hacer una u otra cosa; los dejaba hacer, y los dejaba aprender a través de sus errores.

Sr. Owen D. Young

Cuando lan Macdonald, de Johannesburg, Sudáfrica, gerente general de una pequeña fábrica especializada en partes de máquinas de precisión, tuvo la oportunidad de aceptar un pedido muy grande, estaba convencido de que no podía mantener la fecha prometida de entrega. El trabajo ya agendado en la fábrica y el plazo tan breve que se le daba para esta entrega hacían parecer imposible que aceptara el pedido.

En lugar de presionar a sus empleados para que aceleraran el trabajo, llamó a una reunión general, les explicó la situación y les dijo cuánto significaría para la compañía poder aceptar ese pedido.

Después empezó a hacer las siguientes preguntas:

-¿Hay algo que podamos hacer para entregar el pedido?

-¿A alguien se le ocurre una modificación en nuestro proceso de modo que podamos cumplir con el plazo? -¿Habría algún modo de reordenar nuestros horarios que pueda ayudarnos?

Los empleados propusieron ideas, e insistieron en que se aceptara el pedido. Lo enfrentaron con una actitud de “Podemos hacerlo”, y el pedido fue aceptado, producido y entregado a tiempo.




¡A nadie le gusta recibir órdenes! Y menos cuando los jefes no han velado por el orgullo de los empleados, el resentimiento provocado por una orden directa realizada bruscamente, puede durar mucho tiempo, aun cuando la orden haya sido dada para corregir una situación evidentemente mala.

Hacer preguntas no solo vuelve más aceptable las órdenes sino con frecuencia estimula la creatividad de la persona a quien se la pregunta. Es más probable que la gente acepte con gusto una orden si ha tomado parte en la decisión de la cual emano la orden.

Existe un mágico cambio en las personas cuando respetamos y cuidamos su orgullo.



J. Aquino
Junio, 2015                                                                     
Santo Domingo, República Dominicana

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